domingo, 30 de marzo de 2014

Y pareciera que la  vida siguiese sin pretender componerse... Bastaba mirar al frente para observar cuan demacrada puede estar un alma. La imagen burda de una soledad errante, la tonta sombra de un adiós ya lúgubre.
¿Qué podía decir a esa luz grisácea que ya poco o nada tenía de brillo?
¿Quién puede endilgarme la fuerza legítima para salir del limbo?
¿Quién tiene la moral esbelta para no pretender si quiera humillarme?
Bastaría el perdón más puro, más sencillo, más humilde y valiente: El mío propio.
Y sigue el camino con el yugo constante del error furtivo que marcase un día la huella indeleble del músculo más simple y cobarde...
Del corazón la vida, del corazón el llanto, de esta tonta niña se burlaron todos, de esta mujer el corazón se olvida... Y pasan los años con nostalgia plena y diez mil intentos, preguntando a caso, ¿Qué vale un poema?
¡Vale, tanto vale! Que es incalculable su valor supremo.
Que me perdone Dios en sus sacramentos, que me perdone el mundo en cada tormento, pero yo nunca he de perdonarme, ya para siempre marcado está el pecho

jueves, 20 de marzo de 2014

Te fuiste,
acongojada declino mi cabeza
para que no divises  las lágrimas en el horizonte...
Huiste  y ya
en este recóndito paraje,
no queda más que el alma agobiada  y melancólica...
Firmaste así la sentencia de la perpetua nostalgia.