Al vacío lancé la caña,
Temiendo de pronto que a presa insegura ella capturara.
Me senté en la luna y guardé mi cálamo,
sin historia alguna en la cuneta negra y oxidada…
Y cerré los ojos, regresé mi cuerpo
Y lancé en vacío mi sueño y mi alma.
Cuando de repente cabizbaja iba
Llegase en instante un cuerpo celeste
Vivaz y furtivo, frondoso y en calma…
Él cogió mis manos, las abrió despacio
Y de su pecho en luz ya muy tenue
Me entregó en un cofre la estrella esperanza.
Abrí ya mis ojos, recibí el regalo
Por sorpresa entonces, con gran centelleo
Tan tímida y blanca, encontré de nuevo mi mágica alma…
Abracé sin duda al guardián que con su constancia,
Restauró sin brillo pedazos, amor en pequeñas retazas.
Devolvió mi vida
Y desde aquel día camino de mano
Con la luz que me devolvió los sueños, me regresó el
alma.
linayparra