domingo, 10 de febrero de 2013

No me extrañes



Hoy te pienso
Y siento que he de extrañarte
Porque el frío se apremia pleno de toda tu ausencia,
Tiritando cuan recodo movimiento,
Tan apacible y lúgubre
En el devenir de mi aposento.

¿De qué serviría gritar que te extraño?
Si tras la impasible realidad me esfumo entera,
¿De qué sirve gritarlo?
Si cuando más te necesité huiste cobarde.

Cuánto importa el amarte
Si en la quimera del olvido me refugiaste un día,
Una tarde, una noche, toda una vida…
Podría decirte bienvenido a la pleamar de mi angustia
Más sólo puedo invitarte a un recorrido de nostalgia…

Puedo también decir que te amo
En la banalidad y la crudeza del destierro,
De la cobardía sin perdón…
Del contraste multiesférico de nuestros mundos,
Del sutil enigma que encierran el orgullo y la razón.


Sin embargo, nunca olvides
Que sabiendo lo que siento
Estas voces y este llanto
Se esfumarán de manera efímera,
Y con el tiempo evacuarán mi lecho
Sin permanecer si quiera
en el más trivial de mis recuerdos.

He de entonces suplicarte:
No me extrañes, no me ames, no me pienses…
Más allá de la figura subsidiaria en la que me convertiste
En la tiranía absurda de un amor que ya no fue.



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